lunes, 28 de enero de 2008

Oración de espuma y sal


Ahora sólo guarda los aparejos de la pesca, pero es algo más que una simple barca: es una oración que las manos endurecidas por los vientos y la sal del océano pintaron en su cuerpo frágil que se antoja una cáscara de nuez en medio de la inmensidad de las aguas. "Deus me guarde", e inmediatamente veo los rostros de una mujer y de unos niños que aguardan en la orilla la vuelta de aquel quien confía que Dios siempre le concederá el aplazamiento de la eternidad para regalarle la fugacidad los abrazos de los más queridos.
Algarve, Portugal, junio 2005

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